Dicen que hoy es “jornada de reflexión” y, sin negar que sea cierto, la sumo a muchas jornadas y momentos de reflexiones, personales y colectivas, sobre lo público y lo privado; y a muchas reflexiones, hechas, pensadas y también oídas sobre la política.
Mi reflexión de hoy es la de reivindicar la política para todas las personas como un modo también de hacer justicia y de hacer futuro.
Porque escucho y leo demasiadas voces que denuestan la actividad política y a los políticos. Y no puedo estar de acuerdo. Porque entiendo que es imprescindible la participación política de todos y de todas, con distinto nivel de implicación, pero sin abandonar la capacidad propia del ser humano de pensar, de criticar, de aprender, de decidir, de equivocarse, .. y hasta de tener opinión y de cambiarla. Si además esta capacidad se pone en uso en colectivo, en los entornos en que vivimos y nos relacionamos, mejor todavía. Y si incluso un poco más allá, los ciudadanos deciden participar de manera más activa en organizaciones y en la gestión de lo común, mucho mejor aún. Niveles distintos de participación y compromiso político pero igual de legítimos y deseables en una sociedad sana.
Por eso entre mis reflexiones de hoy está la satisfacción de haber hecho política desde muchos niveles. Con opinión personal sobre todos los temas, con participación social en los entornos que me ha tocado vivir, con compromiso y honradez en el ejercicio profesional, con respeto a todas las personas y prioridad por la convivencia, con dedicación responsable a lo público durante los últimos cuatro años, con el deseo de contribuir a que el mundo sea un poco mejor para todos y no sólo para mi y los míos.
Mientras escribo ha sonado en la radio por casualidad Ana Belén y su “Solo le pido a Dios”. Y aunque la he escuchado muchas veces hoy se me antoja que le falta una estrofa. Porque en los tiempos que corren hemos visto a muchas personas hacer mal uso de la política, y a muchas otras renegar de ella. Y sin embargo, yo añadiría a la canción un fragmento que dijera “Solo le pido a Dios, que la política no me sea indiferente”, porque si lo es para muchos, más fácil será que haya otros que hagan política insana e interesada. Y la política, a de verdad, de la que yo me siento orgullosa, empieza por la que hacemos todos los ciudadanos y ciudadanas de a pie con nuestro pensamiento y nuestros actos; y sigue con distintos niveles de compromiso y dedicación, todos a priori sanos, legítimos y respetables.
Quien habla siempre y solo mal de la política no ha entendido lo que significa. Política sana no es partidismo, ni abuso, ni frivolidad, ni primar el interés particular ni el beneficio propio, ni vivir en una neutralidad imposible, …
Por eso, mi reflexión de hoy se resume en pedir , a todos, “que la política no nos sea indiferente”.