Ayer, Santiago Romero de Ávila me regaló este libro,
y al abrirlo, rescaté este amago de poema
inspirado en los primeros días de padres y sobrinos enmascarados.
El alma se agazapa
en los suspiros
que se esconden
en el fondo del alma.
Y es difícil sacarla de sí misma
sin soltar los suspiros que la arrastran.
Intentaron sacarla con sonrisas,
y pareció imposible.
Han intentado hacerlo con los llantos,
y se escondió de nuevo
en brotes coexistentes de entereza.
No lo logró ninguno
de los suspiros llenos
de emociones diversas.
Y el alma agazapada
entre suspiros
ocultos en su entraña,
emerge por la fuerza
que nace en su flaqueza.
Y al brotar,
los suspiros ocultos
de todos los colores,
encuentran retenciones
en el velo que cubre nuestros labios,
Pero una vez resueltos a escaparse
tan del fondo del alma y de sí mismos,
encuentran la salida por los ojos,
inmensos ventanales siempre abiertos,
para la libertad de los suspiros,
que fueron sometidos
en el fondo del alma.