Hoy, repetidamente, estos textos han ocupado mi pensamiento.
Válidos dentro y fuera de mi fe.
«Cuando siegues la mies de tu tierra, no segarás hasta el último rincón de ella, ni espigarás tu tierra segada.
Y no rebuscarás tu viña, ni recogerás el fruto caído de tu viña; para el pobre y para el extranjero lo dejarás. Yo Jehová vuestro Dios.
No hurtaréis, y no engañaréis ni mentiréis el uno al otro.
Y no juraréis falsamente por mi nombre, profanando así el nombre de tu Dios. Yo Jehová.
No oprimirás a tu prójimo, ni le robarás. No retendrás el salario del jornalero en tu casa hasta la mañana.
No maldecirás al sordo, y delante del ciego no pondrás tropiezo, sino que tendrás temor de tu Dios. Yo Jehová.
No harás injusticia en el juicio, ni favoreciendo al pobre ni complaciendo al grande; con justicia juzgarás a tu prójimo.
No andarás chismeando entre tu pueblo. No atentarás contra la vida de tu prójimo. Yo Jehová.
No aborrecerás a tu hermano en tu corazón; razonarás con tu prójimo, para que no participes de su pecado.
No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová.»
La Biblia. Levítico 19. 9 a 18