Mirando al mar te ví,
nos vimos todos,
y empapamos de azul los corazones.
Respiramos su calma
y nos llenamos
de la añoranza eterna del viajero.
Abrazamos su esencia
y nos miramos
saciándonos de paz,
para mañana.
II
Miraste al mar,
azul y azul fundidos,
profundos, misteriosos.
Hoy hablaste con él;
sobran distancias.
Acaso sobren incluso las palabras.
El corazón ha hablado.
Las caracolas llevan el mensaje.
¡Azul! ¡Y azul tan lejos!
III
Te miré como un sueño.
Como brisa supuesta detrás del horizonte.
Y te encontré durmiendo
entre golpes de espuma y mundos de corales.
Te soñé, verdad de mis adentros
– ¿acaso te esperaba? –
Quise llamarte a gritos,
mas fue inútil recorrer con mi voz,
de tierra seca y firme,
tu fría espalda de agua.
¡¡¡Bufff!!! Hoy, te prometo, que no vuelvo a mirar el mar igual. Muy intenso e intimo. Me gusta.