Me he sentado a leer tranquilamente el discurso de Vargas Llosa en la Academia. Llegué alli más preocupada por China y los efectos que el Premio Nobel de la Paz pueda tener en otros ámbitos. Me ha regalado un rato de placer y de aprender, lo propio de un maestro. Copio una cita entresacada por una aprendiz,
«… esta pasión, vicio y maravilla que es escribir, crear una vida paralela donde refugiarnos contra la adversidad, que vuelve natural lo extraordinario y extraordinario lo natural, disipa el caos, embellece lo feo, eterniza el instante y torna la muerte un espectáculo pasajero».