Notas preparadas para hablar a los alumnos que finalizaron Bachillerato y Ciclo Formativo de Grado Medio en Villanueva de los Infantes, y que lo celebraban el 21 de mayo de 2015
Mis queridos estudiantes,
Es difícil hablar sin conoceros más allá de la información que proporcionan los listados relacionados con la gestión del instituto. Es igualmente difícil esperar que me escuchéis con atención, porque somos, pese a todo, unos desconocidos. Sabéis mi nombre y que soy “la inspectora del centro” que es casi lo mismo que una extraña. Sirva como anécdota, el comentario de una sobrina mía al hablar de mi a sus amigos: “Los inspectores de educación son solo un mito. Los maestros nos piden que nos portemos bien cuando va a venir el inspector, pero verlos, lo que se dice verlos, nadie los vio jamás”. Pues ya veis, yo soy de carne y hueso y hoy voy a hablaros.
Yo poco sé de vosotros, salvo que termináis Bachillerato o Ciclo Formativo y dejaréis el centro. No sé qué es lo que esperáis que os diga. Es relativamente fácil caer en la tentación de llenar este puñado de minutos que me corresponden con un número de similar de generalidades sobre el esfuerzo, el éxito y el logro. Pero ya os lo habrán dicho muchas veces.
Mirando en que podíais tener en común caí en la cuenta de que la mayoría de vosotros nacisteis con Harry Potter. En 1997, cuando se publicó “Harry Potter y la piedra filosofal” yo ya era maestra. En 2008, cuando se publica la última novela “Harry Potter y las reliquias de la muerte” ni siquiera se me había pasado por la cabeza que algún día trabajaría como inspectora. Y eso es solo un ejemplo de lo que cambia una vida en unos pocos años.
Por eso hoy Harry Potter me sirve de metáfora y me tomo la libertad de utilizarlo para inspirar una pequeña lección que me vino a la cabeza al plantearme lo que podía (y quería) deciros hoy. Quizá estaréis perplejos porque ¿qué tiene que ver una inspectora en una fiesta de graduación con el pequeño y famoso mago y con vosotros?
Me pareció sencillo. Los tres en un momento tomaron decisiones que cambiaron sus vidas. De las mías ya no hablaré más. De las de Harry Potter me quedo con la tenacidad de entrar y vencer en el mundo de la magia dejando tras de si la casa ordinaria y más o menos cómoda de sus tíos. Pudo no haber salido de ese mundo normal en el que, pese a la existencia de indicios de un mundo mágico, nadie miraba de frente el reto que podría llevar a Harry a conquistarlo.
Con vosotros es similar y diferente al mismo tiempo. Muchos, empezando por vuestras familias, han creído en vosotros, y no han escatimado esfuerzos para que tengáis herramientas para conquistar un mundo más completo. En un sentido por eso estáis aquí. Igual que Harry un día abandona la casa para iniciar un camino diferente, hoy tenéis ante vosotros el final de una etapa y un nuevo mundo por conquistar. Se os plantearán muchas opciones entre las que tendréis que elegir, y en muchos casos, como Harry, la voluntad y el sentido común, serán vuestra magia. Cuando estéis en medio de alguna de las encrucijadas habrá quien os deseará suerte y os aseguro, que en más de una ocasión no sabréis si la tenéis hasta que, mirando atrás, consideréis lo que vais consiguiendo y sus efectos.
También de eso quiero hablaros, de la suerte en la vida que algunos llaman éxito. Puedo hacerlo porque hoy estamos en el mejor punto de partida; porque hoy celebramos vuestro éxito al finalizar una etapa que os confirma como adultos. Sin embargo el éxito es tan efímero que cuando apenas hayáis disfrutado de esta noche (de la cena y la fiesta más que de estas palabras), volveréis a la tensión y al riesgo de los exámenes con la intención de triunfar de nuevo en la PAEG y en la universidad, o en el trabajo. Y así, casi sin daros cuenta, iréis configurando vuestra vida, que se pasa muy rápido.
También Harry Potter buscaba, incluso sin saberlo, el éxito sobre Voldemort, que es para quienes lo vemos de lejos, el triunfo sobre el mal. Pero el pequeño mago, metido en las batallas, no puede verlo igual de claro. Así estaréis vosotros, en medio de luchas y tensiones en las que no sabréis distinguir con claridad que es lo malo o lo bueno, o incluso más difícil, lo bueno y lo mejor. Y querréis siempre resolver los conflictos de manera exitosa.
Creo que hoy, entre las palabras más repetidas os hablarán de “éxito”, tanto los que miran atrás para felicitaros como los que miran adelante para desearos suerte. Y a mi, en mi condición no de inspectora, sino de mujer que ha tenido que salvar sus dilemas y conflictos y no siempre ha triunfado sobre ellos, no me gustaría dejaros marchar sin advertiros sobre algunos riesgos del éxito que debéis evitar; sobre modalidades de triunfo que, en ningún caso deberíais perseguir:
- Empiezo por deciros que no deberías llamar éxito a ninguno que se construya sobre el fracaso de los otros porque no seréis más felices si no lleváis en vuestra felicidad la de quienes os rodean. No puede ser un logro el que necesita de la ruina del vecino, ni el que se asienta sobre su derrota.
- Tampoco cedáis a renunciar, en ningún caso, a ser vosotros mismos para ser exitosos. Pocas cosas merecen más la pena que la sinceridad con uno mismo y la honradez con los demás. ¿De qué puede serviros parecer triunfadores ante otros si ante vosotros mismos, en vuestro fuero interno, tenéis que renunciar a lo que os gusta, a lo que os satisface o a lo que os haría sentiros satisfechos?
- Debo advertiros también del riesgo de dejarse engañar por los triunfos que atienden solo a números y cifras porque la vida es más que dinero o escalones. No olvidéis lo que indican. Como vosotros mismos sois más que un expediente y arrastráis una historia la medida del éxito es más que su valor. Tened siempre presente que en las cosas que importan dos y dos no siempre suman cuatro, igual que no siempre quedan dos si de tres falta uno.
- No permitáis que el trabajo os aburra. Para triunfar en vuestras labores, sean las que sean, tendréis que cultivar la mayor dosis posible de interés por las cosas y de curiosidad. No dejéis morir ninguna pregunta sin buscar las respuestas; y no temáis cambiarlas si la duda os muestra un camino mejor.
- Tampoco os conforméis con la comodidad. Valorad más los triunfos que se alimentan directamente del esfuerzo que los que nacen de la casualidad o de la nada. No alcanzaréis verdadero éxito si dais lugar a la pereza; ni si dejáis que la rutina ocupe un lugar prioritario en vuestros días. Reivindico el esfuerzo, pero no me refiero solamente al esfuerzo machacón de convertir una tarea en repetitiva hasta mecanizarla. Me refiero a un esfuerzo mas sublime que implica priorizar e invertir las fuerzas, físicas, mentales o afectivas, en conseguir lo propuesto como más importante.
- Considerad también que no es éxito del bueno el que aspira a llevar siempre razón. Aprended a reconocer errores, e incluso a desearlos, para perfeccionar vuestras propias respuestas. De la autora de Harry Potter (J.K. Rowling) yo también he aprendido que el fracaso es casi tan importante como el éxito y a no subestimarlo.
- Pero tampoco quiero que penséis que debéis contentaros con la derrota ni ser condescendientes con la mediocridad. No es propio de valientes quedarse en las caídas sin levantarse y mirar de frente a la adversidad para vencerla.
- Perseguid el éxito que no disfrutáis solos. Buscad la compañía de personas diversas. Huid de los aduladores. Y si tenéis que elegir, optad siempre por lo que contribuye al bienestar de todos. No podéis contentaros si lo individual se muestra superior a lo de todos.
- No entendáis nunca el éxito como un fin en si mismo porque entonces cuando creáis haberlo alcanzado dejaréis de tenerlo. Trabajadlo más bien como un camino, como una senda permanente que no podéis abandonar; como un proceso que construís vosotros mismos y que al tiempo os moldea y os hace ser quien sois.
- Y por último, cerrando a modo de decálogo mis consejos, cultivad los recuerdos, incluso los recuerdos inventados que guardan bien lo bueno y desechan lo malo. No incluyáis en los recuerdos útiles, nada que de lugar al resentimiento. Será en vuestras propias memorias de éxito y de fracaso en las que, en muchas ocasiones, encontraréis razones para seguir adelante, para hacer o no hacer, y para no olvidar. Entenderéis que ni el pasado fue mejor ni lo será el futuro.
Ya veis que empezáis, como Harry Potter en el 97 una nueva carrera. Muchos hoy os felicitarán por ser quien sois y haber llegado hasta aquí que ya es un triunfo. Otros os desearán todo lo mejor para la nueva etapa que empezáis. Algunos harán ambas cosas. Yo quiero que me recordéis por advertiros que la carrera del éxito, que os deseo, no está exenta de pruebas y que esperamos que hagáis mejor lo que hemos hecho mal los que llegamos antes.
Recordad que a pesar de las luchas e intrigas que Harry Potter vivió en el mundo de la magia, nunca quiso volver a casa de sus tíos. Y tengo que deciros con certeza que no vuelve atrás el tiempo en ningún caso, y aunque en ocasiones nos de oportunidades con las que no contábamos, no permite la vida que volvamos atrás.
Que cada éxito que alcancéis (y que sean muchos) os sirva de cimiento de la siguiente etapa. Porque el fin, casi nunca es el fin, sino que muchas veces, como hoy, es tan solo el principio.